En los últimos días, fui víctima
del contagioso optimismo generalizado por los días festivos. Navidad, Año Nuevo
y todo eso. Y sí, también engordé como el 85% de la población e ingerí más alcohol
del que puedo recordar, sin embargo, no escribo esta entrada para contarles
sobre cómo transcurrieron las fiestas de fin de año porque, seamos sinceros,
pasados el jolgorio y la algarabía de los festivos, cuando alguien publica la “genial”
forma en la que los disfrutó, lo único que nos queda a los demás es ese
sentimiento de “Ya, ¿y a mí que chu?”.
Por eso es que esta publicación
no tiene ningún afán de compartir con ustedes, queridos lectores, sobre cómo
pasé o no pasé mis festivos (o qué pasó y no pasó, en todo caso). Ya sé que nadie
varios se deben estar preguntando “Oye, ¿no habías cambiado Blogger por una
plataforma más hipster y pinky friendly?”.
Pues la respuesta es sí y no.
Como mencioné líneas arriba, es cierto que uno se contagia con esa infecciosa
euforia diabólica y se propone metas inalcanzables optimistas para el
nuevo año. Yo, por ejemplo, pretendiendo usar Wix como una manera menos emo
y escala de grises más amigable y colorida para los lectores.
No me malinterpreten. Wix resultó
ser una plataforma genial, es solo que requiere dedicarle mayor tiempo del que
le dedicó a Blogger. Además, estuve reflexionando un poco en estos días y
llegué a la conclusión de que, si eres bueno en algo y a la gente parece
gustarle, ¿por qué tienes que cambiarlo? ¡Apunta eso, Burger King!
Así que por una parte era eso,
estamos de vuelta en Blogger, luego de la mudanza más corta e innecesaria de
toda la historia de la World Wide Web. No digo que vaya a descartar la idea de
Wix para siempre, es solo que por el momento, me parecería demasiado apurado y
poco planificado el hecho de “irnos a otra plataforma” solo porque sí. Además,
por el lado de los “beneficios” dinero y chucherías, Blogger me permite
interconectar la cuenta con Analytics y así saber cuántas personas han visitado
la página, desde dónde, con qué navegador, con qué sistema operativo, con qué
modelo de móvil celular, (¡Por amor de Dios, que eres peruano, hombre!),
desde qué parte de la casa, si estaban en sus cuartos o en el baño, si había
papel higiénico o sí se acabó el agua, etc.
Entonces, ¿por qué sacrificar
todas estas ventajas en un impulso de optimismo descartable? No tiene ninguna
razón de ser. Dicho esto, procedo a darle las gracias a Wix como la canilla al
aire que fue (Lo nuestro es serio, Blogger, cariño). Por otra parte, luego de
toda esta explicación que se pudo haber resumido en un “We are back, bitches!
Haters gonna hate!”, nos quedamos sin nada más.
“¿Qué?”
Pues sí, la verdad es que no
tengo nada más, amigos. Eso era todo.
“¿No puedes improvisar o algo así?”
Acabo de prometer que no iba a
contar lo de los festivos y eso, no quiero perder todo el poco respeto
de mis lectores, ¿sabes?
¡Bah! ¡Ya qué!
Después de este pequeño paréntesis
explicativo-descriptivo, me pongo a pensar: ¿Es acaso el optimismo una
enfermedad contagiosa? Digo, se ve a tantísima gente publicando en redes
sociales varias y demás sus buenos deseos, sus nuevas metas, sus próximos pasos
a seguir. Todo. Nos dan un insight general a sus vidas y yo no puedo evitar
preguntarme: Si tuviéramos que hacer un balance general de todo lo que
prometieron, desearon, esperaron conseguir y demás, ¿qué resultados
obtendríamos? ¿Los publicarían tan igual como en vísperas de nuevo año?
¿Pues sabes una cosa? Yo no lo
creo.
Y antes de que por ahí alguien me
llame fatalista o deprimente, u hombre de poca fe. Pues miren, es muy sencillo.
El año nuevo, las festividades, se repiten año tras año, diciembre tras
diciembre y así, recibimos todos los dos mil habidos y por haber, sin embargo,
el hecho de que el año sea “nuevo”, no implica que lo seamos nosotros por
igual.
Esto a pesar de todas las
imágenes publicadas en las que las personas se trazan objetivos surrealistas
que no harán más que recordarles sus propias limitaciones a finales de año, sus
propios “sí, lo intenté…pero no pude” y es un círculo vicioso de nunca acabar.
Entonces, para los que estaban
esperando un estado en el que hablase de una chica, de alguna historia de
ficción o demás tipo de cosas a las que los tengo acostumbrados en este blog,
pues lo siento. ¡Wao! Sí, lo sé. ¿Qué esperaban? Ya para variar un poco,
cambiemos de tema. Ya habrán más de 350 días para poder escribir sobre las
cosas de siempre, como dije, tampoco es que conozca una mujer a diario para
escribirle algunas líneas en este espacio.
Por lo que esto solo pretende ser
una reflexión. Lo sé, no soy un escritor renombrado ni reconocido de esos que
puedes publicar una foto junto con alguna frase puñetera que probablemente él o
ella no dijo, pero desde donde sea que leas estas líneas, quizás te sirvan, tal
vez no. Nadie lo sabe.
Por eso mi consejo es el
siguiente: Desconéctate un poco de lo habitual, si quieres publicar todos tus
objetivos del 2016, ¡hazlo! Pero hazlo en tu mente o publícalos en tu
habitación, para variar. Recuérdatelos todos los días 24/7. Nadie vendrá y los
conseguirá por ti, ¿sabes? Porque nadie te enseña a vivir la vida, TU vida. Es
como la escuela. Nunca te enseñan a pagar cuentas o a postular a un trabajo,
pero sí que te enseñan funciones polinomiales y esas boludeces que
probablemente nunca vuelvas a utilizar en la vida.
Este fue un comunicado no
oficial, no necesario y no requerido de parte de la administración de “El
Milagro de tu Existencia”, contrario a lo que puede parecer, la vida no es tan
mierda, mis amigos. Y está únicamente en nuestras manos el hacerla un mejor
lugar para, ya saben, vivir.
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