miércoles, 31 de julio de 2013

EL AMOR REAL

Bien…no había escrito en el blog hace muchísimo tiempo. Pero creo que es hora de liberar un poco cuantas cosas necesite sacar del fondo de mí. Si bien no es sencillo poner en orden tus ideas y plasmarlas en un documento de Word (olvidé mencionar que no tengo internet así que luego subiré la copia de este texto).
Hoy no quiero opinar sobre fotografía, escultura, pintura o alguna otra disciplina. De hecho, hoy quiero opinar sobre otra clase de arte…uno que da vida, que da fuerza y motivación, el arte de amar.
Y para comenzar, hay algo que deben saber, queridos lectores… Discutí con mi novia en nuestro aniversario.
Así que si esperaban una apología al amor que mueve montañas, al amor que despierta los más grandes y nobles ideales en la gente, o al amor que enfrenta todos los obstáculos que puedan presentarse en su camino. No, hoy quiero hablar sobre una clase de amor algo distinta…el amor que sienten las personas comunes y corriente. Tú y yo. Ellos, ustedes y nosotros. Aceptémoslo, Hollywood nos ha vendido un concepto de amor que en un tiempo fue deslumbrante, hermoso e incluso, poético. Sin embargo, muchos de nosotros (yo incluido, por supuesto) sabemos que esto no dura más de dos meses, tres a cuatro si es que se trata de un par de románticos empedernidos. Pero, enfrentémoslo, no es para siempre lo que se conoce como “la luna de miel”. Es ahí donde empieza lo que a mí me gusta denominar como: El amor real
El amor real es simple de entender, conoces a una persona, te enamoras de la manera en que te sientes con él/ella, te enamoras de la forma en que te mira, te enamoras de las cosas que te dice, ¡Incluso te enamoras de las cosas que NO te dice! Te enamoras de las canciones que oyes cuando piensas en esa persona, te enamoras de la forma en que camina, en que habla, en que estornuda, en que sonríe y te mira con esos ojos que parecen contener las llaves del paraíso y es genial, ¿verdad? Por supuesto que lo es…no me lo van a decir a mí, yo me he sentido así con una sola persona en mi vida (Así es…sí estás leyendo esto, hablo de ti, amor). El “problema”, y uso las comillas porque no es realmente un problema sino más bien una circunstancia (¡maldición, Arjona!), viene cuando se te acaban las razones para enamorarte de esa persona. Ya sabes quién es, ya conoces la gran mayoría de sus virtudes y todos sus defectos, ya estás al tanto de que no es perfecto(a) y que, probablemente, no podrá cumplir ni la mitad de las promesas que te hizo mientras estaban abrazados, perdidos en la mirada el uno del otro. ¿Significa eso que llegados a este punto, se acabó la magia? ¿Se acabó el amor? Algo se terminó, es cierto…pero no fue el amor, a menos que no haya sido amor, claro está. Yo diría que se terminó una etapa, un momento compartido en la vida de ambas personas. Un capítulo llegó a su final, pero no la historia completa. Sin embargo, debo reconocer que llegado este punto, la historia se vuelve algo más caótica.
¿Les ha sucedido? Ese momento en que las peleas se hacen más constantes y el sonido de su risa parece ya no resolver las cosas, cuando ya no soportas las mismas bromas que hace con sus amigos(as), cuando ciertas favores que hacías con una sonrisa de oreja a oreja antes, ahora los consideras caprichos salidos del rincón más tonto del egoísmo de tu pareja. Cambia un poco la percepción, es cierto. ¿Es esto una señal de que todo ha comenzado a irse lentamente al diablo?
No, es solo una señal de que estás descubriendo si esta persona puede ser, potencialmente, la persona indicada para acompañarte por el resto de tu vida.
Ahora, llegado a este punto…debo decir, queridos lectores, que esto es solo un manifiesto de mis ideas personales, no espero que estén totalmente de acuerdo con lo aquí escrito.
Seamos honestos y reconozcamos que todos nos hemos puesto idiotas por, al menos, una persona en nuestras vidas…hayamos tenido la edad que sea. Pero cuando esta estupidez llega a su fin, ¿Qué sigue? Empiezas a darte cuenta que esa persona es tan humana como cualquier otra, tan imperfecta como cualquier otra, que no es el príncipe o la princesa que tanto esperaste en tus más íntimos sueños.
Esta frase la oí en una película que ya he visto más de diez veces: 500 días con ella (500 days of summer, en inglés). Dice más o menos así: Ella es mejor que la chica de mis sueños, es real.
Así es, queridos lectores. Les contaré un poco de mi experiencia propia, pero realmente será un poco ya que si no me temo que nunca terminarán de leer esta entrada. Ella, a quien por cuestiones de seguridad llamaré Clarisse, superó conmigo esa barrera (creo ¿?) y ayer cumplimos un año y medio. Un maldito año y medio, como lo llamé (Lo sé, no soy una genialidad con las palabras, a pesar de ser comunicador) cargado de idas y venidas, de discusiones tormentosas, caprichos, celos y dolores. Pero también llenos de esperanza, alegría, fidelidad, y la bendición de descubrir que día a día elijes a ESA persona, habiendo en el mundo más de 6 millones de personas. Un año y medio en el que poco a poco descubrí las imperfecciones de una mujer, pero fue precisamente en esas imperfecciones que descubrí un refugio para mi vanidad, mis temores y mi orgullo. Confusiones, malestar, incomodidades fueron las que nos condujeron a este punto…en el cual es difícil ver con claridad que pasos debemos dar. En cuanto a mí, la más irónica de todas las ironías es que el preciso momento en que estás seguro de querer hacer algo por quien más valoras y te importa, es el justo instante en que la otra persona comienza a dudar. Debo confesarles, queridos lectores este fiel servidor no tiene intenciones de renunciar ni de darse por vencido todavía.
Cerrando el tema del que hablaba…no seamos tontos, no dejemos ir a personas que realmente nos importan y nos valoran porque no podemos renunciar a ciertas actitudes, a nuestro orgullo o simplemente a tener la razón. La mejor forma de ganar una discusión es perderla, mis amigos. Como leí alguna vez… ¿Por qué nos aferramos a nuestro orgullo y nuestras razones, cuando podemos aferrarnos a alguien que nos devolverá el abrazo, la persona que amamos?
Así que, vuelvo a hacer hincapié en esto, NO SEAMOS TONTOS. La próxima vez que veas a tu novio(a), que discutan, que peleen, que se celen, que se odien, que se declaren la guerra, que se acaricien, que se besen, que se tiren cosas, que no se hablen por días, que se extrañen, que se manden indirectas por Facebok o Twitter piensen en esto: Este tonto(a) no es cualquier tonto(a), es MI tonto(a), es la persona que YO escogí, es el amor de mi vida.


Cuídense y estamos en contacto. Prometo no abandonar el blog por más de seis meses otra vez, palabra de caballo.